Reseña: Memorias de un amigo imaginario, de Matthew Dicks

¡Hola a todos! ¿Qué tal estáis? Yo continúo bastante perezosa y pasando muy poco tiempo en casa, así que siento que las entradas hayan disminuido. Supongo que a todos nos pasa que en verano nos da mucha pereza ponerlos delante de un ordenador con los calores que hacen. El caso es que hoy por fin os traigo la reseña de un libro que leí hace ya varias semanas y cuya reseña estaba tardando en publicar.  

Ficha Técnica:

Título: Memorias de un amigo imaginario

Título original: Memoirs of an imaginary friends

Autor: Matthew Dicks

Editorial: Nube de tinta

Encuadernación: Rústica con solapas

Nº páginas: 432

Precio: 16,95€

ISBN: 9788415594000

Leer los primeros capítulos: pinchado AQUÍ

Resumen de la contraportada:

Querido lector:

La novela que tienes en tus manos es especial, como Max.

La novela que tienes en tus manos es única, como Max.

La novela que tienes en tus manos es valiente, como Max.

Max solo tiene 8 años y no es como los demás niños. Él vive para dentro y cuanto menos le molesten, mucho mejor. No le gustan los cambios, las sorpresas, los ruidos, que lo toquen ni que le hagan hablar por hablar. Si alguien le preguntara cuándo es más feliz, seguro que diría que jugando con sus legos y planeando batallas entre ejércitos enemigos. Max no tiene amigos, porque nadie lo entiende y todos, hasta los profesores y sus propios padres, quieren que sea de otra manera. Solo me tiene a mí, que soy su amigo desde hace cinco años. Ahora sé que Max corre peligro y solo yo lo puedo ayudar. El problema es que Max es el único que puede verme y oírme. Tengo mucho miedo por él, pero sobre todo por mí. Los padres de Max dicen que soy un <<amigo imaginario>>. Espero que a estas alturas tengas claro que no soy imaginario.

Cita del libro:
Si existo es porque Max cree en mí. Algunos dicen, la madre de Max por ejemplo, y también mi amiga Graham, que por eso soy imaginario. Pero no es verdad. Puede que necesite de la imaginación de Max para existir, pero tengo mis propios pensamientos, mis propias ideas y una vida aparte de la suya. Estoy atado a Max de la misma manera que un astronauta está atado a la nave espacial con tubos y cables. Si la nave espacial estalla y el astronauta muere, no quiere decir que sea imaginario. Solo que ha sido desconectado de la maquina que le hacía vivir.
Pues igual pasa con Max y conmigo.

Opinión Personal (sin spoilers):

Os he dejado el resumen de la editorial porque me parece más que perfecto y acertado que sea el propio Budo el que se presente. Porque Budo es el nombre del amigo imaginario de Max, y porque toda la historia está contada en primera persona desde su punto de vista. Un punto de vista más que curioso y atípico. Puede sonar absurdo, puede que os dé risa la sola idea de pensarlo. Pero creedme si os digo que aunque lo parezca, aunque tú mismo empieces la lectura pensando que es una locura, poco a poco vas cogiéndole tanto cariño a Budo que realmente acabas creyendo que sea algo más que el producto de la imaginación de un niño con problemas. El autor logra que una historia tan inverosímil resulte creíble, y eso es algo que no todo el mundo es capaz conseguir. Por eso mismo, por la originalidad de la historia, y porque nunca he leído un libro como este, no puedo más que recomendarlo encarecidamente. Es un libro perfectamente apto para todo tipo de público, especialmente para aquellas personas a las que les gusten los niños. Estoy segura de que lo disfrutaréis de principio a fin. 

Desde mi punto de vista, el libro se podría dividir en dos partes bien diferenciadas. La primera, que es la parte más lenta y menos interesante de la novela, correspondería a las 140 primeras páginas, en las cuales el autor nos irá presentando paulatinamente a los personajes y profundizando en ellos hasta que llegamos a conocerlos lo suficiente como para establecer una conexión que nos ayudará a comprender sus actos en el resto de la historia. Tras esas primeras páginas, la trama da un giro de 180º que nos mantendrá expectantes y en tensión, y donde no habrá cabida para el aburrimiento. 

El autor ha sido capaz de crear un mundo paralelo al nuestro donde los principales protagonistas son los amigos imaginarios, esos amigos que algunos niños tienen en una etapa de sus vidas por un período de tiempo determinado. Los hay para todos los gustos según la imaginación y la edad del niño: algunos con apariencia humana; otros en forma de cuchara, lazo, con deformaciones o carencia de alguna parte del cuerpo. El tiempo de permanencia del amigo imaginario en el mundo dependerá de su creador, sus circunstancias, su forma de ser, su edad, inteligencia, etc., pero lo normal es que tengan una vida bastante corta y que dejen de existir en el momento en el que sus amigos humanos dejen de creer en ellos, cuando encuentren otros amigos “reales” y ya no necesiten hacer uso de su imaginación, o simplemente cuando comiencen a hacerse mayores y adquieran más independencia.

Budo es un amigo imaginario muy especial. Físicamente es como cualquier niño humano, por lo que el resto de amigos imaginarios se asombrarán, lo confundirán e incluso lo envidiarán por parecer un niño de verdad. Puede atravesar puertas, no duerme nunca y le encanta ver la televisión con los padres de Max, pasar las noches deambulando por el hospital o la gasolinera, escuchar las lecciones de la señorita Gosk (la maestra de Max, a la que ambos adoran), etc. Pero lo que más le gusta a Budo es estar con su mejor amigo: Max. Además, a diferencia de otros amigos imaginarios, tiene 5 años de vida, una edad a la que prácticamente no llega ninguno. El mayor deseo de Budo es que Max siga creyendo en él, pues desea fervientemente continuar en este mundo, seguir haciendo las cosas que tanto le gustan, dejar huella, que alguien lo recuerde cuando ya no esté...

En cuanto a Max, de 8 años de edad, es un personaje al que conoceremos a través de Budo. Pero no penséis que por eso nos perderemos detalles importantes de su persona, todo lo contrario. Budo es la persona que mejor lo conoce, es parte de sí mismo, un reflejo de su yo interior, sus miedos, fantasías, ilusiones y trastornos personales. Max también es un niño muy especial, retraído, que no le gusta hablar por hablar, que lo toquen o interrumpan; un niño de hábitos que se bloquea si lo sacan de su rutina diaria o se enfrenta a situaciones que lo sobrepasan.

Ambos niños irán madurando conforme avanza la novela, pero será Budo quién nos implicará en las lecciones que irá aprendiendo por el camino. Budo aprenderá a valorar lo que tiene y descubrirá el verdadero motivo de su presencia en el mundo de Max. Madurará y aprenderá grandes lecciones de su paso por la vida que lo ayudarán a tomar decisiones que no solo le atañen a él, sino también a Max, la persona más importante de su vida. La amistad que los une no solo es preciosa y conmovedora, sino que a pesar de ser “imaginaria” será “decisiva” para los dos. 

Cita del libro:
-No es solo una cosa. Es todo. Max no se parece a ninguna otra persona del mundo. Los niños se burlan de él porque es diferente. Su madre quiere convertirlo en un niño distinto y su padre lo trata como si no fuera como es. Incluso los maestros lo tratan de un modo especial, y no siempre muy bien. Incluida la señorita Gosk. Es la maestra perfecta pero lo trata de un modo especial. Nadie trata a Max como si fuera un niño normal, pero todo el mundo quiere que sea normal, nadie quiere que sea como es. Y, pese a todo, Max se levanta de la cama cada mañana para ir al colegio y al parque, e incluso a la parada del autocar.
-¿Y eso es ser valiente? –pregunta Oswald.
-¡Supervaliente! Que yo sepa, yo soy el más inteligente y el que más tiempo ha vivido de todos los amigos imaginarios que conozco. Para mí es fácil salir de casa y conocer a otros amigos imaginarios, porque todos me respetan. Me preguntan cosas y quieren ser como yo. Bueno, aunque los hay que también me pegan.
Miro a Oswald con una sonrisa.
Él no me la devuelve.
-Pero para salir de casa cada día y ser tú mismo cuando a nadie le gusta como eres hay que ser supervaliente. Yo nunca podría ser tan valiente como Max.

Es increíble cómo el autor ahonda en la personalidad de un niño y es capaz de reflejarla con maestría. Los problemas para hacer amigos, las circunstancias familiares, los abusos en la escuela y otros tantos problemas por los que pasan los niños como Max. Se nota el gran trabajo de documentación que hay detrás para llegar a reflejar a la perfección el carácter de un niño, un niño que conducirá la historia a la velocidad que le permiten avanzar los obstáculos con los que se encuentra por el camino y que deberá sortear con mejor o peor resultado, pero demostrando una gran valentía. Creo que un maestro de escuela disfrutaría de este libro muchísimo, pues también se profundiza en el tema de la enseñanza y el amor que los niños pueden llegar a sentir por esos profesores que tanto cariño les dan y que de alguna manera influyen en su crecimiento, y a los que nunca llegan a olvidar por muy desdibujados que sean sus recuerdos. Todos tenemos profesores que recordamos de nuestra niñez, ¿verdad? 

Cita del libro:
Hay dos tipos de maestras en el mundo: las que juegan a dar clase y las que dan clase. La señorita Daggerty, la señorita Sera y, sobre todo, la señorita Gosk son maestras que dan clase. Hablan a sus alumnos con voz normal y dicen lo mismo que podrían decir en el comedor de su propia casa. Sus tablones de anuncios siempre parecen un poco mal hechos, sus escritorios un poco desordenados y sus libros un poco revueltos, pero los niños las quieren porque hablan de cosas que son reales, con su voz auténtica, y siempre dicen la verdad. Esa es la razón por la que Max quiere a la señorita Gosk. Ella nunca juega a que es maestra. Es ella misma, y eso hace que Max se sienta un poco más a gusto en clase. No teme que le estén diciendo una cosa cuando querían decir otra.

No obstante, si tengo que señalar algo negativo de la historia, me voy a esas primeras 140 páginas. Considero que en términos generales, el autor hace un gran trabajo presentándote a los personajes con esmero, pero también tiene su gran fallo: la lentitud de la historia y la cantidad de escenas que no aportan nada y que no hacen más que ralentizar la lectura. A ver, Budo es un personaje enternecedor, inteligente, carismático y fascinante al que se le coge muchísimo cariño, pero me importa bastante poco lo que hace en sus ratos libres. Me explico. Al ser un amigo imaginario tan “especial”, cuyas habilidades tan increíbles como atravesar puertas y no dormir nunca, hay partes donde se aburre y se ve en la necesidad de salir a explorar. Por lo tanto, contaremos con infinidad de escenas muy poco interesantes donde Budo se limitará a pasear por las calles o por las aulas de la escuela a sus anchas e interactuará con otros amigos imaginarios la mar de pintorescos. Es cierto que tiene su gracia, pero a mí me resultó un tanto pesado, me apetecía más que fueran al grano y que ahondaran más en la relación de Budo con Max, que para algo es su creador y segundo protagonista de esta historia. Otro punto que me resultó un tanto cansino fue la constante presencia de la muerte en toda la novela. Budo está obsesionado con la idea de dejar de existir y no se cansa de repetirte sus temores en prácticamente todos los capítulos. Entiendo sus miedos, pero no creo que sea necesario ser tan repetitivo. 

Cita del libro:
Cuando murió la abuela de Max, el padre de mi amigo dijo que la abuela seguiría viviendo en el corazón de Max, y que siempre que la recordaran la mantendrían viva en su memoria. Eso está muy bien para Max, puede que lo consolara un poco, pero a la abuela de Max no le sirvió de nada. Ya no está en este mundo, y aunque Max la mantenga viva en su corazón, su abuela ya no existe. A ella le da igual lo que diga el corazón de Max, porque ya nada le puede importar. No entiendo tanta preocupación por los que se quedan en el mundo, cuando los que de verdad sufren son los muertos.

Lo sorprendente de la historia, como ya comentaba al comienzo de la reseña, es lo realista que resulta. Hay que tener en cuenta que el libro está narrado desde el punto de vista de un niño, bastante maduro para la edad que tiene, pero un niño a fin de cuentas, y uno imaginario para más inri. Max es el único que puede verlo, él y los otros amigos imaginarios. Por ello, habrán escenas realmente angustiosas en las que Budo querrá gritar pidiendo ayuda, en las cuales la frustración se apoderará de su persona, donde sus mayores temores lo superarán y no podrá ser capaz de ver la luz al final del túnel. Resulta admirable cómo el autor consigue crear un ambiente opresivo en algunas escenas de la novela, y en otras adornarlas de una luz y esperanza cegadoras.

El elenco de personajes secundarios es bastante amplio, tanto para personajes reales como imaginarios, y me abstengo de comentar algo sobre ellos porque considero que es mejor descubrirlos uno mismo. Solo diré que la presencia de cada personaje tiene una razón y no estarán de simple adorno.  

El final del libro es bastante predecible, aunque no considero que sea algo negativo que destacar. Todos sabemos cómo va a terminar la historia nada más empezarla. No hay otro final posible. No obstante, el autor nos regala un epílogo sorprendente a la par que desconcertante cuyo significado es algo que cada lector interpretará a su manera, un regalo para nuestra imaginación.

Memorias de un amigo imaginario es una novela única y muy valiente, como lo son Max y Budo. Una historia enternecedora, inteligente y muy realista. Una historia tierna, esperanzadora, brillante y mágica. Un libro que te hará reír y llorar, y que siempre recordarás con una enorme sonrisa. 

9/10

Una historia única, conmovedora e inteligente. Un libro con un protagonista diferente: un amigo imaginario. ¿Y qué significa ser imaginario? Para mí es el reflejo de tu otro yo, ese ser valiente que nos ayuda a tomar decisiones para las cuales no nos han preparado, decisiones que nos aterran pero a las que debemos ser capaces de enfrentarnos antes o después. Max y Budo son dos caras de una misma moneda. ¿Te atreves a conocerlos?

¿Lo habéis leído o queréis hacerlo? ¿Qué os ha parecido el final? 

¡Un besote a todos!