Relato para el concurso "El amuleto"

¡Hola a tod@s! ¿Qué tal estáis? Hoy os escribo para compartir con vosotros un pequeñito relato que escribí hace unos días para el concurso que organizó Dreamer en Devorando libros. Es algo sencillito, que escribí en un momentín, y aunque no he resultado ganadora, me apetecía  mucho compartirlo con tod@s vosotr@s.

Caminé entre los arbustos por encima de una alfombra de hojas secas que dibujaba un camino irregular, semejante al deplorable estado en el que se hallaba mi espíritu. El viento soplaba levemente acariciándome el rostro, y a mi paso podía observar la más bonita puesta de sol que había contemplado por aquellos parajes. En ese instante vino a mi mente un recuerdo, como otros tantos que había rememorado a lo largo de las últimas semanas, amenazando con robarme la cordura y despedazarme el alma. Me detuve en medio de la nada, respiré hondo y saqué la carta que guardaba en el bolsillo. Contemplé el sobre durante varios minutos, absorta en cada una de sus arrugas, y supe que había llegado el momento de enfrentarme a ello. Me dejé caer al suelo empedrado, abrí el sobre, respiré hondo y centré toda mi atención en aquella letra que tan bien conocía, como si de ello dependiera el resto de mi existencia.

Hola preciosa. No sé cómo ni por donde empezar esta carta, pues cualquier cosa que escriba sonará tristemente a una despedida, y estaría mintiendo si afirmara que no lo es. Quizás debería hacer mi retirada como buen caballero, dejar las cosas tal y como están, que el tiempo pase y tus heridas se curen por sí solas. Sé que eres fuerte, que lo superarás tarde o temprano, y volverás a sonreírle a la vida con ánimo y valentía, como lo has hecho hasta ahora. Pero ser un caballero no entra ahora mismo en mis planes de futuro, y no puedo marcharme sin antes regalarte unas palabras, un recordatorio de la persona que fui, de esa parte de mí que intuyo que se ha desdibujado en estas últimas semanas de agonía y deterioro. Quiero que hoy me recuerdes como la persona que conociste y de la que te enamoraste. 

No sé cómo pedirte que continúes con tu vida, que no te hundas ni te rindas, porque yo en tu lugar estaría sumido en una amarga y eterna tristeza. No sé cómo implorarte que vuelvas a enamorarte, a buscar la felicidad en alguien que te merezca, pues me conoces; soy un celoso egoísta, e imaginarte en otros brazos me haría sentir sumamente desgraciado. No puedo suplicarte que me olvides porque no quiero que lo hagas, mi alma se moriría si dejaras de imaginar mi voz, mi rostro, mi olor, mi calor y el amor que has sentido por mí. No puedo rogarte que camines por un mundo en el que no hay cabida para nuestro amor, porque es lo más grande y maravilloso que me ha regalado la vida. No puedo exigirte que sonrías cuando lo único que deseas es llorar, pues yo mismo soy incapaz de hacerlo al pensar que no volveré a empaparme de ti. Temo perderte, temo el momento de partir. Estoy tan aterrado como seguramente lo estés tú al abrir esta carta. Por eso te pido que llores, que grites, y que maldigas al mundo donde nos ha tocado vivir y nos ha separado tan injustamente. Te pido que saques toda la amargura que guardas, que levantes la mirada al cielo y pienses en nosotros, en todos esos momentos que hemos compartido y que nos han unido para siempre. Y luego te pido que sigas caminando, y que no te dejes vencer nunca. Puedes vivir, reír, enamorarte, ser feliz… pero no olvides que en el fondo del camino, estaré esperándote. Esperaré el tiempo que haga falta, pues el destino ha hecho su elección, y esa elección eres tú, por encima de las desgracias, del dolor y la muerte. Tú eres mi destino, y estaré esperando el momento en que nos volvamos a encontrar, mañana, dentro de tres años o de cincuenta. Aguardaré el tiempo que haga falta. Si algo tengo claro es que algún día volveremos a estar juntos.

Y ahora te ordeno que te levantes, cierres los ojos y recuerdes aquella tarde frente al mar, cuando nuestros labios se unieron por primera vez. Quiero que sientas de nuevo el calor que llenó nuestros corazones. No olvides ese calor, esa sensación de infinito regocijo, pues soy yo, que vuelvo a estar ahí, a tu lado para siempre, esperándote. No lo olvides nunca. No deseo que tu corazón borre mi recuerdo, sólo te ruego que lo guardes en un rinconcito importante de tu alma hasta el momento de nuestro reencuentro. Ahora toma la carta, ciérrala, y consérvala como el amuleto que te dará las fuerzas necesarias para encontrar tu camino, de regreso a la vida, y de vuelta a mí.

Cuando abrí los ojos me percaté de que las lágrimas inundaban mis ojos, pero por primera vez en dos meses una sonrisa sincera dibujaba mi rostro. No eran lágrimas de tristeza, eran lágrimas de esperanza. Y supe que aunque la vida nos hubiera separado, jamás estaría sola, así como también supe que jamás volvería amar a otra persona con la misma intensidad, y que algún día, tarde o temprano, volveríamos a estar juntos.

Arsénico.

Lo sé, lo sé, es bastante deprimente, pero aiss, si es que cuando empiezo a escribir siempre tiendo a los dramones, no puedo evitarlo, xD 

Y por último, antes de despedirme, no os olvidéis de participar en los concursos de Elwen:

Semana de Luna Llena (que finaliza el 28 de noviembre): 

Mirar bases pinchando AQUÍ

 

Semana Midnight Eclipse: Gran sorteo Alfaguara (que finaliza el 1 de diciembre)

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¡Un besote a tod@s y gracias por leerme!

PD: siento mucho seguir perdidita, pero el examen y los Cazadores Oscuros de Kenyon me han abducido (literalmente me he obsesionado con la saga!! A ver quién me hace leer otra cosa ahora, xDDD. Así que pronto empezaré a subir reseñas de Cazadores...juju).